Tony Judt habla sobre la necesidad de que aprendamos a cuidarnos a nosotros mismos.
Ellos (el capitalismo y sus esbirros, las multinacionales y los gobernantes que les rinden pleitesía) nos quieren egoístas. Publicitan a diestra y siniestra el descrédito de los servicios públicos y encumbran a las privatizaciones como la panacea redentora que nos salvará del desastre.
¡No se lo creen ni ellos! La realidad es otra: negociantes privados (siempre los mismos) se apoderan de las fuentes lucrativas, el Estado carga con lo deficitario y los servicios empeoran.
Los contratos y subcontratas aumentan los precios, degradan los puestos de trabajo y envenenan las prestaciones. Se impone una pérdida de confianza en la comunidad, la intervención pública en los mercados se demoniza y los individuos de nuevo somos lobos para otros individuos perdiendo cualquier impulso de solidaridad.
Más que ciudadanos libres que conforman espacios públicos, nos convertimos en egoísmos que se devoran. Las soledades particulares no facilitan libertad, sino realidades de dependencia bajo el poder de los mercados y del Estado fantasma. la consecuencia: derechos conquistados en un esfuerzo de siglos caen en poco tiempo como un castillo de naipes.
Nos quieren egoístas. Así nos mantendrán dominados como perritos bajo su yugo neoliberal.
Hablan para que nadie entienda nada de su ley, que promete la salvación y sólo distribuye el infierno. Y Tony Judt nos invita a perder la fe.
Y lo leo en Zizur, mientras en este bar nuevo que he descubierto una mañana lluviosa de otoño ponen de fondo vermutero Greenday... Malditas multinacionales.