Stradun en Dubrovnik, La República en La Valetta, la calle Sócrates en Santorini... Nada diferente de Benidorm, Torremolinos o Lloret en hora punta, nada. Globalizacion turística, ¡qué asco! Nos tratan como si fuésemos puta mercancía, trozos de visa con patas a los que extirpar pasta como sea, ya sea por mear en Venecia, por el puto carro en el aeropuerto de Atenas o por el vaso de zumo don simón de Spanair. ¡Vaya timo!
Y a pesar de todo reincidimos. Pero, ¿para qué huir de nosotros mismos? ¿Qué buscamos?, ¿aglomeración, sofoco y caos? Los habitantes de Dubrovnik siempre lo han tenido laro: "Non bene pro toto libertas venditur auro" ("La libertad no vale todo el oro del mundo"). Prefiero un vino tinto, un sol calentito, un poco de brisa, tranquilidad, un libro... ¿Para qué nos complicamos tanto la vida? La vida es mucho más sencilla. Ya lo dijo Leño, "Todo es más sencillo". Anda, venga, pónme una necorita que lo tengo merecido.